
En un movimiento sorpresivo, pero bien recibido por la industria tecnológica, el presidente de Estados Unidos ha optado por excluir a los dispositivos electrónicos —incluidos los visores de realidad virtual— de los recientes aranceles “recíprocos” anunciados. Esta acción representa un cambio estratégico en una política comercial que amenazaba con aumentar considerablemente los precios de muchos aparatos de uso cotidiano.
¿Qué son los aranceles “recíprocos”?
Pensemos en un intercambio de estampas entre amigos: si uno de ellos siempre cobra el doble por las suyas mientras el otro las entrega casi gratis, y un día decide equilibrar la situación cobrando lo mismo, eso sería un arancel recíproco en el mundo del comercio internacional.
Esa es la lógica que aplica el gobierno estadounidense: imponer tasas similares a las que otros países ya utilizan sobre productos hechos en EE. UU. No obstante, aplicar esta política de forma general puede acarrear efectos no deseados, especialmente en bienes tecnológicos cuya producción involucra a múltiples países.
¿Qué aparatos quedan excluidos?
Según una orden ejecutiva reciente, quedan fuera de estos nuevos impuestos una gran variedad de productos electrónicos, entre ellos:
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Teléfonos inteligentes
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Tablets
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Computadoras portátiles
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Monitores y proyectores
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Y, especialmente destacados en el ámbito del entretenimiento digital, los visores de realidad virtual (VR)
El código arancelario que identifica a estos dispositivos es el 8528.52.00, correspondiente a aparatos de visualización diseñados para conectarse a computadoras u otros sistemas automáticos de procesamiento de datos.
¿Por qué es clave esta exención para los visores VR?
La mayoría de los cascos de realidad virtual, como el Meta Quest, se fabrican en países como China o Vietnam. La propuesta original de aranceles habría impuesto un cargo adicional del 125% para productos provenientes de China y del 10% para los de Vietnam, elevando notablemente los precios al consumidor en EE. UU.
Para tener una idea: si un visor cuesta 500 dólares, con un arancel del 125%, el precio final podría subir a 1125 dólares. Esto no solo encarecería el producto para los compradores, sino que también complicaría la operación de fabricantes y distribuidores, que muchas veces ya manejan márgenes reducidos.
Con la exención recién aprobada, estos dispositivos quedarán libres de ese aumento. No obstante, seguirán sujetos al arancel del 20% que ya existía para los productos chinos, lo que al menos evita un incremento mucho mayor.
¿Qué motivó este cambio?
Cuando se dieron a conocer las tarifas a inicios del mes, los porcentajes eran incluso más elevados: 34% para China y 46% para Vietnam, sumados al 20% existente. Esto significaba que algunos productos afrontarían hasta un 54% o más de impuestos. Sin embargo, antes de que las medidas entrasen en vigencia, el presidente optó por reducir el arancel temporalmente al 10% por 90 días —excepto para China, que mantenía un arancel acumulado de 145%.
Esta situación generó gran inquietud entre empresas del sector tecnológico. Compañías como Meta comenzaron a trasladar parte de su producción a Vietnam, tratando de esquivar el impacto del impuesto chino. Sin embargo, incluso con ese movimiento, las tarifas sobre Vietnam seguían siendo significativas.
Tras escuchar los reclamos de empresas tecnológicas y sectores comerciales, el gobierno decidió excluir ciertos aparatos electrónicos de los aranceles adicionales, reduciendo la presión sobre el mercado.
¿Qué impacto tendrá esta decisión?
Para los consumidores en Estados Unidos, esto se traduce en estabilidad en los precios. No se esperan subidas repentinas en productos como visores VR, laptops o tablets. Las empresas podrán continuar con sus procesos productivos sin reorganizar por completo sus cadenas logísticas, lo cual ahorra tiempo y recursos.
También es una buena noticia para el avance de tecnologías inmersivas. Los visores VR no solo se utilizan en videojuegos, sino también en áreas como educación, medicina, arquitectura, entrenamiento y turismo virtual. Un aumento de precio habría dificultado su adopción en estos sectores.
¿Y si cambia la política?
Como toda medida basada en decisiones ejecutivas, existe la posibilidad de que se revise en el futuro. Pero por ahora, la exención está activa y tiene carácter retroactivo, lo cual significa que incluso los productos importados después de la fecha original no pagarán los aranceles adicionales.
Eso sí, los bienes fabricados en China seguirán pagando el arancel previo del 20%, un coste que sigue siendo relevante. Empresas como Meta ya estaban tomando medidas para disminuir su dependencia de las fábricas chinas, y es probable que esa tendencia se mantenga.
Un alivio para la tecnología
Esta decisión representa una bocanada de aire para el ecosistema tecnológico, especialmente para las firmas que desarrollan hardware. En un entorno global aún frágil en cuanto a suministros, mantener los costos bajo control es clave para fomentar la innovación.
Además, con la creciente demanda de visores de realidad virtual y la expansión de experiencias inmersivas, facilitar su acceso al público sin cargas adicionales puede acelerar su integración en la vida cotidiana.
Aunque la política comercial pueda parecer lejana para el usuario común, decisiones como esta influyen directamente en lo que pagamos, en lo que las empresas pueden crear y en el ritmo con el que evoluciona la tecnología que usamos cada día.